Ante el afan(e) de los políticos, solo nos queda la rebelión fiscal

Austeridad es vivir con sencillez y sin lujos.
Es todo lo contrario al estilo de vida de nuestros políticos. Ellos cobran sueldos fabulosos. 
La dieta que cobran nuestros legisladores, nos obliga a hacer dieta a nosotros. 
Inventan cargos públicos para ”acomodar” a sus esposas, amantes, familiares y amigos. 
Nombran asesores, secretarios, subsecretarios. 
Dilapidan fortunas en campañas proselitistas, usando para ello, hasta los aviones sanitarios del Estado.
Pagan millonarios sobreprecios en supuestas licitaciones. 
Y en sus viajes al exterior, van acompañados por una coherte de amigotes. 
Y para todos esos gastos superfluos se exprimen las cada vez mas flacas ubres del Estado; ubres que no se alcanzan a llenar con los impuestazos que pagan los contribuyentes.
AUSTERIDAD NO ES GASTAR MENOS,
ES GASTAR MEJOR
En el Siglo XIII, el legendario Guillermo Tell, encabezó una rebelión fiscal contra los recolectores de impuestos de los Habsburgo. 
En el mismo Siglo, los barones se rebelaron contra los impuestazos que imponía Juan Sin Tierra y lo obligaron a firmar la Carta Magna el 15 de junio de 1215, y en la oportunidad se declaró la sentencia "no habrá impuestos sin que los voten los representantes". 
Hoy los "representantes", son cómplices del incremento de los impuestos. 
En mi opinión, luego de concluidos los comicios de este año, los ciudadanos deberemos analizar seriamente la posibilidad de una rebelión fiscal. 
Mejor aún, durante el año 2020 no voy a pagar ningún impuesto provincial ni municipal. 
¿Usted, si? 
Por razones obvias, me veré obligado a pagar los servicios.

¿O acaso alguien propone una alternativa superadora?

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