Juez Jorge Quiroga vs. Desaparecidos



Cuando la Justicia Federal tradicional fue superada por los grupos guerrilleros que asolaban el país, el gobierno de facto de Alejandro A. Lanusse creó la Cámara Federal en lo Penal de la Nación, con competencia en todo su territorio para juzgar los delitos que cometieran esas bandas.
Los nueve magistrados y tres fiscales que la integraron, como instructores y jueces de tribunal oral a la vez, con gran prestigio y experiencia judicial en materia penal, organizaron el tribunal con unos 100 empleados y funcionarios, todos de extracción judicial.
Funcionó entre el 15 de julio de 1971 y el 25 de mayo de 1973; llegó a contar unos dos mil procesados, de los cuales unos 600 fueron condenados a prisión efectiva, y liberados el mismo día que retornó la democracia, al tiempo que se disolvía el tribunal.
En ese período no hubo desaparecidos, porque la Cámara juzgó en derecho, con total independencia del poder de turno del que se hizo respetar.
Hace 46 años uno de aquellos nueve jueces, el doctor Jorge "Tito" Quiroga, fue muerto de 14 tiros por la espalda, comprobándose la responsabilidad del ERP, debiendo exiliarse los otro ocho magistrados.
Aunque se haya pensado que los grupos subversivos no volverían a la violencia durante la democracia, la realidad confirmó el error de su liberación, porque poco después volvieron a sus andanzas enfrentando al gobierno peronista que los liberó pese a que habían anunciado que atacarían a las "empresas imperialistas y al ejército opresor" para "asaltar el poder y establecer el gobierno revolucionario obrero y popular". Sumergieron al país en odio y sangre, dejando heridas nunca cicatrizadas, y en lugar de recurrirse al derecho para reprimir la guerrilla, el peronismo (post-Cámpora) y los militares que lo derrocaron, lo hicieron ilegalmente porque ya no estaba la Cámara Federal en lo Penal de la Nación y la Justicia era ineficaz.
Los miles de muertos y desaparecidos atribuibles a la "represión ilegal" son el resultado de semejante error, aunque los políticos de todos los colores nunca reconocieron ser los verdaderos responsables. El castigo se dirigió a quienes habían integrado las Fuerzas Armadas y de seguridad, y aquel pasado sigue amenazando como una pesadilla. Se reprimió a los militares, pero no a los setentistas, cuyo aparato está intacto hasta hoy, aumentado por el poder de la utilización tergiversada de los "derechos humanos". Acabamos de escucharlos decir que "vamos a escribir la historia con sangre o con razones", pero esta amenaza directa no fue entendida por una sociedad anestesiada por la pandemia. Se juzgaron los excesos del Estado, y sus agentes encontraron la muerte en la cárcel o van en camino a ella; mientras los violentos, muertos o vivos, fueron indemnizados y homenajeados, como héroes o ídolos, incluidos los que ejecutaron a Tito Quiroga.
 A este solo lo recuerdan sus familiares y amigos. No queda ni el bronce que una vez se colocó en su memoria junto a la puerta del edificio en que funcionó la Cámara que integró.
 Va mi testimonio y homenaje a su memoria y la de los demás miembros del "Camarón" que ya no están, y mi plegaria para que no se repita la historia no concluida.
 Enrique Munilla
 Ex funcionario de la Cámara Federal en lo Penal de la Nación
 DNI 4.433.538

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